lunes, 24 de diciembre de 2012

Correspondencias

Sucede que el tiempo toma formas inesperadas, o al menos, contingentes. Epifánicas las veces que parecen un mango al cual podemos aferrarnos y blandirlo ante las entregas de trabajos, exámenes, declaraciones de diversa índole. Otras tantas, el tiempo es capa, es traje que nos desnuda.
Hoy la cosa viene rápida, el almuerzo está listo y dudo poder sentarme ante la computadora otra vez. Me gustaría tener más de este tiempo que no es ni un mate para tomar tranquilo ni una tormenta inesperada (aunque en verano, por estos lados, una tormenta siempre trae fresco, así que es oportuna), más de minutos-silla, pero esto es lo que hay y lo que hay para decir siempre será demasiado para un blog.
Las síntesis siempre serán injustas porque el agradecimiento será con la misma frecuencia, o así lo espero, mayor al que pueda ser escrito.
Creo haber encontrado la forma de decir Gracias a los correspondientes amigos. Una cadena de palabras aparentemente separadas pero que bajo una línea de experiencia cobran sentidos que todos entendemos.

Silencio, trabajo, nuevas vidas, helado, charlas nocturnas, parque de la ciudad, fernet, grupo manzana, la gorda Adele sonando en el ka tatoo, un banco en la escuela Normal, la magia de la palabra, las disculpas, el descanso.
La semiosis infinita, la triada,  la facultad de bellas artes, mpo, corbatero, frío. Pastel de papas y el comienzo de la gran amistad. Los que caminamos y escribimos. Las noches de la mano, el frío en la espera, el 307 B o C, los planes de asesinato a los dueños de la casa frente a la parada, los caminos, la mano, Rosario, el frío, el llanto por teléfono y la amistad a prueba y exitosa, la otra amiga que llega desde Córdoba, los churros con dulce de leche, el semáforo que corre.
El regreso, la espera, la fiebre y lo mismo, los amigos, los paños fríos, el amor desconocido, el terror, el cerro y la subida, el abrazo, el aire limpio.
El día D y el mundo al suelo. See you soon y la lucidez. El licuado y tu sí, y la felicidad como río que crece y ahoga fantasmas. Cada frase y su melodía. La emoción. Cómo te amo, niña.
El pasar el cotidiano juntos,la gran amiguinha y el llamado en lo de Pender, el sí sin demasiado pensar. La MUDANZA a 50 grados y 2 litros de agua por cuadra. El amigo que viene a ayudar cuando lo llamo, aplauso aparte. La novia que no descansa por verme sonreír y fuá qué felicidad. La gran gran amiga que limpia el horno y putea. La radio, la cama caminando con los transeúntes, las alegrías, las pifiadas al aire y ante cámara, los amigos y la familia que escuchan. El teatro abriendo sus secretos y dándonos trabajo. El piano siendo aprendido, el coro y sus hechizos antiquísimos que aún perduran, los viajes diarios a Capital, el acompañamiento cálido de los amigos.
Y el tiempo que fluye y refresca, como el venitlador moderno, como las noches de primavera con los amigos  y la cerveza fría. Como el descanso post concierto aquí en La Rioja con el mejor amigo también blandiendo el aire que no corría como un mago haciendo música. El otro gran amigo despidiendo el mundo con un chopp en los gorditos. La novia hermosa que me muda del departamento que no fue, pero que fue lindo mientas duró.

Qué gran año, amigos.

Gracias tantísimas por los mejores 300 y tantos días de mi vida, todos juntos. Gracias por el cariño sincero, por el paso acompañado. Gracias, felicidad mía.


Hasta la próxima vez, hasta el próximo mundo, transpirados pero sonrientes. Felices fiestas!!!


AV 24/12/12

sábado, 13 de octubre de 2012

Capaz que...

Capaz que el secreto desvelado sea que lo escribible lo sea en vos.
Estas pantallas blancas cumplieron, 
para llegar(te).


A.V 13/10/12

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Walking around the map



  • Caminar con los pies sin arco, sin equilibrio, sin arte sin estética alguna.
  • Caminar bajo el diluvio, sobre baldosas burdas escupidoras embarradas deshechas partidas quebradas.
  • Caminar porque no hay horarios ni puntualidades, ni micros. 
  • Caminar porque se debe buscar y mirar para arriba piso 3, 7, PB, anotar. Caminar abrasado de brasas selváticas rioplatenses, de 100% de humedad y altas probabilidades de precipitaciones para el resto del día y para las próximas tres jornadas.
  • Caminar mientras se accidentan los autos, se cae la viejita que sale, se tropieza el nene con su vida.

         Caminar, en fin, a causa de, debido a que, latiendo por, ella, que acompaña, que corre, salta, besa y caminar contento.




 



  A.V 26/09/12

martes, 18 de septiembre de 2012

Amén

Que los epígrafes de esta historia se escriban con tus frases a los márgenes, 
                                                                                              con tus mensajes la noche sin que importe el viento helado de una espera.
Que la tranquilidad se quede siempre inquieta, en esa rueda griega por donde giramos con las manos.
Que toquemos el aire y el ardor, el pasto y el aliento, el instante quieto y el beso agarrados con las uñas incrustadas en mi mano y las tuyas en las mías y así sea.

Que vivan: los buenosdías los teamo losabrazos los pasos, los semáforos, la risa, elfríolahumedadelcalorlalluvia.

Que se eternicen en la gloria las gracias en los quichicientosmil idiomas que se moverán por nuestras lenguas.

Que vos seas y yo sea y nos encontremos siendo.

Amén.
AV 18/09/12




lunes, 27 de agosto de 2012

Fragmentario I

La niña sobrevuela las pocas baldosas que quedan firmes en aquella plaza que en unos años será olvidada. Escucha el sonido de las ruedas atravesando la línea empedrada de la vereda antes de llegar a la esquina donde espera un hombre el colectivo que viene llegando por el punto cardinal donde se pone el sol. Sol insuficiente que hace brillar tenuemente la cadenita de plata de la niña que se ha detenido en seco.

Los que no viajaban desatentos en el micro, el hombre que ahora tiembla y se descompone, la niña que traga con desesperación las lágrimas silenciosas que derrama, ven la escena completa.

A.V
27/08/12


viernes, 24 de agosto de 2012

(H)Ayunamáximaqueindicaquetodoespalabra,quefluyedesdelosaltosalarroyo,quecadatantoeslluvia,queavecesarrasapueblosyabandona,queundíasepierde. Se seca. Se silencia.
Se desierta.






Álvaro 24/08/12

martes, 21 de agosto de 2012

Luz



Del vidrio roto de un bar,





                                      de la puerta abierta y el farol incandescente; de los restos de una sombra sobre el empedrado y la vereda con olor a alcohol; del último aliento de las últimas veces; del brillo que se aleja debajo de ese párpado, quesealejaquesevaysevayseva ; de la insignia de un taxi que se ha detenido, de la sonrisa que no hubo. Y que no alcanza porque     
 la puta oscuridad de la duda y el pensar,
de la garganta seca y atragantada.






Luz. Que se fue. Y que espera.





A.V
21/08/12

domingo, 12 de agosto de 2012

Fénix


Es triste escucharte con la risa apagada, como bloqueada, filtrada. Ahogada. Es triste el saludo grave, agitado de tanta pena sucia hecha polvo, inamovible por más que intentes. 

Es un golpe saberte con la mirada hacia abajo y hacia la nada, y bis. Es hiriente escuchar el silencio de la poca importancia-No contengas más la risa, ni te obligues a llorar.


Es la espera.










Es una quemadura devenida en incendio; con olor a cenizas que dice un cuento, que reza un ave, que vuela desde lo agotado hacia lo nuevo, que vuelve y grita, grita, grita y la voz regresa, y la risa. Y la llamada. Y la sonrisa, la lágrima enjugada con la alegría de volver.

                                                                                            A.V 12/08/12




sábado, 11 de agosto de 2012

Soga cuando llueve




La memoria se va desprendiendo
como si no quisiera
como si ansiara sostenerse
como si pudiera creer en algo
y
cae

mientras otros tantos recuerdos
pemanecen
porque sí
eternos
abandonados desde hace tiempo.


AV
11/08/12

viernes, 6 de julio de 2012

Sin explicación -me miento-, me encontré leyéndote y queriéndote en el mismo instante.

De fondo suena un piano y una voz que juega a saltar la cuerda-

 av 6/7/12

domingo, 24 de junio de 2012

3 centímetros

    Hay un auto. La ventanilla del lado del conductor tiene un agujero de unos tres centímetros de diámetro. El auto es negro, importado, los vidrios no están polarizados. Sobre el asiento hay un cuerpo que compite con el invierno de un 24 de julio que todavía no ha visto el sol.
    No se mueven las hojas que quedaron sobre el asiento del acompañante, no se mancharon tampoco las firmas falsas, ni las facturas para rellenar.
    Ahí donde hay papeles hubo un niño, que durmió de la casa a la oficina. Hubo también varias mujeres, sentadas de a ratos, inclinadas para un lado, hacia donde ahora está él, o estaba, o él que ya no es.
    Atrás del auto hay otro, que espera a su dueño. El propietario de este Clio es una mujer, Amelia, nombre antiguo pero que hoy le pertenece a una chica de apenas veinte años, cumplidos hace un mes. Amelia no lo conocía, pero ahora, apenas llegue con la intención de arrancar el auto y devolvérselo a su papá, lo verá por primera vez. Y el grito despertará al insomne de la casa del frente, que acababa de conciliar su sueño. Y se marcarán teléfonos, y llegarán sirenas que irán despertando a la cuadra, haciendo vibrar los colchones de cada habitación en cada casa. Y se llenarán de ojos las ventanas.
   Detrás de un teléfono llorará una madre, y el niño que ocupaba el lugar de las boletas todavía no se habrá enterado.


A.V 24/06

jueves, 21 de junio de 2012

J'oubliais tout ce que je suis

Y te dediqué el otoño y sus hojas, que viajan desde el suelo a vos.




                                           A.V

lunes, 18 de junio de 2012

Merci

Y en la bruma que nos envuelve, niña,
se te empañarán los ojos,
lloverá el mundo sin saber,
suspiraremos a destiempo,
y no habrá gracias que quepa en una noche.




                                               A.V.      18/06

viernes, 18 de mayo de 2012

Baúl

Me cansé, hubiera dicho, pero no. No es cansancio, no es suplicio. No es que las huellas se hayan desmarcado, las líneas imperfectas de unos dedos también raros permanecen ahí, con la memoria de haberse quedado detenidos, inertes, sobre la tapa de un baúl. 


Caja, cosa. Paquete. Libro.


Estoy cansado, hubiera dicho, pero no. No es huida, no es hartazgo. Es, qué sé yo, simplemente, quitar las manos. Ver aquel reposo de frases, palabras, cual souvenires, que siguen ahí adentro, que ya no esperan ser repetidas. El baúl no se aleja, pero sí los dedos, y las manos, y el cuerpo. Y si existe, el alma. A otro lado, se van; a la habitación de al lado. Van.  Al pasillo. A la puerta, que se abre y luz, porque es de mañana y ha dejado de llover hace unas horas. Es otoño, hay hojas y más hojas que el viento ha abandonado sobre la vereda de las baldosas imposibles.


Caminar y ser esquina, y mirar para cualquier lado porque ya no importa, y visitar casas nuevas. 
Allá quedó, todo eso, palabras hechas poesía que dijiste, niña, aunque te olvides. Con las huellas marcadas, sí, pero sin mis manos.




A.V
18/05/12

jueves, 17 de mayo de 2012

Cuento que no dejará de ser exclusivo





Tengo una amiga de esas que cuando llegué me invitó a cenar pastel de papas con su hermana. Es de esas con las que ves el Mundial. Con esas dos informaciones uno podría llegar a decir que la ha definido entera, pero no, también es de las que insisten una y otra vez para tomar una cerveza en la terraza, un día ni tan fresco ni tan caliente, ni tan húmedo ni tan imposiblemente seco. Esa amiga tuvo una idea, y habló con otros amigos, y así se fue armando un proyecto interesante.
Más o menos indefinido, por momentos muy improvisado y por momentos serio, el plan de caminar por donde los e-mails, los contactos, los mensajes, los datos sueltos nos llevan se llama, justamente, Transeúntes.
Si algo he de aceptar, es que, recorriendo esas escrituras novedosas de mucha agenda, soy un hongo. Así que como primera cosa, desde La Rioja, les cedí un cuento, justo uno que había obtenido un premio compartido, allá por diciemrbe. Como exclusiva, escribí en el mail, jugando al escritor "denserio".
Se ve, según las estadísticas del blog, que tuvo más entradas que cualquier otra cosa que yo haya publicado en este blog. Mirá tú!

Así que acá está. Aullidos, se llama. Se lo dedico a mi hermano, que me contó las morbosidades más pintorescas de su trabajo en una clínica del corazón (sin melosas metáforas). No lo copio, sino que mando el enlace, porque como dije en el título, este cuento caminará siempre por la sendas del transeúnte amigo.

http://www.transeunteslp.com.ar/2012/03/aullidos.html


                              A.V


domingo, 22 de abril de 2012

Mientras tanto




Yo te miro.






Mientras tanto bajo un árbol descansa un reloj de piedra. Mientras tanto se queda sin tinta el grito, sin papel el susurro, sin vida la sangre, sin color la nada.






AV 22/4

martes, 10 de abril de 2012

Luz


"...Respiro.


Fuá, es tan difícil [...] y a la vez tan inevitable. Fuiste espejo y espejismo, fuiste ese extremo tan opuesto que termina inexorablemente conectado en el mismo lugar, hecho círculo perfecto. Fuiste cable, fuiste chispa, y fuiste agua, arena, río. Fuiste la voz más ronca, y garganta. Y latidos. Gilda diría todo eso fuiste, je, pero yo digo que en cierta forma sos, seguís siendo, en momentos como éste, en el que todas las luces de lo que no sos vos se apagan, y se quedan esperando a que dibuje un punto y deje de tenerte dando vueltas por acá, para encenderse otra vez. Quizás ocurra. Quizás se te termine Londres, quizás se te gasten los mapas y te recorras hasta la última square. Pero toda la vida será, para mí, más emocionante caminando despacio, en redondo, mientras oscurece, con vos."




                                                                                      A.V, algún tiempo atrás.

















sábado, 7 de abril de 2012

Sin título

O la tos, murmuró. ¿O la tos? La escena, vista desde arriba, podría ser descripta muy en borrador -como con lápiz HB o más blando- como una tarde noche, gris, insinuantemente fresca -o de otoño para ser más claros-, en la que hay dos pibes, una chica de pelo largo, "carita borrada" y un pibe de espaldas, algo alto. La perspectiva quizás sea un poco amateur. Una esquina. Esquina renovada, esquina que fue vieja, con alfeizar de un lado y zaguán del otro, casa del 1900 restaurada con puerta color acero, pintada de violeta y con un reflector con sensor de movimiento. Hay un perro pintado en un cartel que dice que la casa está protegida. Pero no importa, a ellos no les importa y discuten a media voz.
Discuten que tampoco está tan mal. Que podría haber sido peor. En verdad ni siquiera discuten. Mueven las manos como si lo hicieran, pero no, los dos saben -no lo dicen, claro, porque sino dejarían de hablar y para eso se juntaron- que los dos sienten exactamente lo mismo, una nada de otoño, una nada de tarde noche, frente a una casa heredada y arrasada por pretenciosos gustos. Pero él contesta que no entiende por qué. Ella, se sostiene las manos detrás de la espalda y frunce la boca; cada tanto finge que va a hablar tomando aire de repente para luego seguir callando. Y el silencio. En el borrador podrían aparecer bastante movidos, dos autos, que atravesaron la esquina, uno por un lado y el otro por el otro, sin hacer mucho ruido. Ninguna otra interrupción.
Él fuma. En el borrador se ven dos colillas tiradas en el suelo. Pero es un detalle, no importa demasiado. Fuma y cuando se exaspera porque recuerda algo que ella dijo o no dijo, o quiso decir pero no dijo, o dijo y ahora dice que no dijo...cuando eso ocurre, él tose. 
Cruza los pies ella. Se sostiene las manos por detrás de la espalda y cruza los pies. Una posición bastante incómoda, diremos, pero así se encontraba. Lo escuchaba. Ella no decía mucho. Pasó el primer auto, y dijo algo que él no escuchó bien  y dijo algo así como "y no sé, mirá, no sé". Entonces seguían. Él jugaba de un extremo al otro, tratando de sacarle algo. Algo que lo haga entender, ALGO, le pedía sin decirlo. Manejaba por la ruta del monólogo pegándole a la banquina en cada intento por que ella dijera que sí o que no, pero ella no largaba palabra.
Hay una luz, además de la de la casa que se prende cuando él exagera algún gesto con los brazos. Cuando abraza a la chica, cuando la suelta y trata de reubicarla en el difícil equilibrio de su posición. Hay una luz que ilumina desde la esquina del frente que logra las sombras en la cara de ella, casi por completo; y el brillo en su pelo, así se sabe que es largo, y la espalda del chico, que usa una campera liviana, porque es otoño y está anocheciendo. 
Entonces, él fuma y ella escucha. Así decidió ella que sería. Que lo dejaría hablar. Después de todo, eso quería desde que mandó el mensaje. Apretó "enviar" y pensó: que hable, a él le gusta hablar. Mientras calla, supone que él quiere terminar todo. Todo, o nada. No quiere terminar nada. Ahora sí. Él habla y ella saca conclusiones, redacta veredictos dramáticos de tres o cuatro palabras. Pero él va y viene. Entonces ella alega para un lado y para otro, porque está aburrida, porque sabe que tiene que volver a su casa y ver a su mamá que le dice que ponga la mesa y que traiga la fruta, y que prepare jugo y que blá. Entonces escucha, y después irá a decirle a su mamá en la mesa que habló con el pibe y que está bien, sin mayores novedades.
Él cada vez más desesperado, se siente enfermo, afiebrado. Espera más segundos con la esperanza fugaz de que ella conteste, pero la ansiedad no le permite olvidar la lista de temas que había pensado para charlar. O más bien, exponer.
Cuando pasa el segundo auto, el reflector se enciende. Cómo sabés qué es lo que vamos a hacer. Cómo sabés qué es lo que queremos. Y otros cómo sabés que pregunta, ya ardiendo, él.
Entonces, cuando pasa algún tiempo y el reflector se apaga otra vez, ella dice:
-No lo sé. Yo creo que tenemos que esperar a que pase. ¿Que pase qué? El tiempo. O la tos.




                                      A.V 7/04/12



viernes, 16 de marzo de 2012

Curriculum Vitae


Hoja en gris, fotocopiada por una gorda con el cuello negro y con costras, de sonrisa amarga y entrcejo triste. Hoja en gris y mentira, manchada de espantos y fantasmas. Hoja dura, impenetrable. Sentencias en números, vacía y repleta de espacios incompletos que llevaron a sueños de oscuridades detrás de puertas de roble.

La tipografía se descompone, se marea, se desmaya. Huye. Las letras huyen y se esconden en la vergüenza de la venganza. Suena el metal como si cada sílaba fuera golpeada por los tipos de una máquina de escribir en alguna vida anterior. Suena metálica y prohibida. Suena de un lado al otro, en estéreo, y al frente está la llave. Y la distancia.

La hoja se va llenando de caracteres lisos. Llenando digo, cuando no hay más que vacío. Es una hoja gris con gusto a bilis. Tallada y lisa, tallada con impotencia, lisa.

Una luz verde explota debajo de la tapa de la fotocopiadora. La mujer mira el reloj queriendo irse. La hoja gris expulsada de la madre grotesca.

La hoja gris en el mostrador y no es mía. No, no es mía. La hoja blanca de una libreta en la mochila. La mochila que ya no pesa, la libreta que se va llenando de palabras de tinta azul, de garganta renovada, de vida. De palabra. Y la hoja gris sigue ahí, pétrea, pero no es mía. Yo estoy escribiendo frases nuevas. De golpe. La mano no se cansa aunque tenga sed. Se escucha en el tiempo a la máquina de escribir que cae, que se destruye, que se desintegra como arena. Se derrumba, y con ella lo dicho y repetido sin sentido sobre la cinta vieja y oscura. Se escucha la puerta que se abre, la llave se pega al bolsillo y el caminar se hace respirando. Silbando bajo. Con palabras nuevas. Aunque la firma sea la misma.

                                                                          A.V. 14 de Marzo.


lunes, 12 de marzo de 2012

Eso que fue el Colegio

Me llamaron para decir algunas palabras en el 9no aniversario del Colegio UTN, mi secundaria. Muchos dicen que uno pertenece al lugar donde pasó su juventud. Donde rió, donde aprendió, donde quiso o amó, donde tuvo emociones fuertes y demás donde qué sé yo que indican que, en síntesis, la adolescencia es la mejor época de la vida. 


El desafío era hablar corto, sintético pero profundo. De qué hablar. Qué omitir. Con qué se puede hacer ameno un discurso que sería leído a las 9.30 de la mañana después de trasnochar. Me propuse improvisar, pararme frente al micrófono e imitar a cualquier standapero que cuenta chistes y no parece tan ridículo. Me acosté a las 3, pensé hasta las 4 concluyendo que era necesario escribirlo entero porque existía un riesgo enorme de ser ridículo de todas formas.


Lo subjetivo. Aquí está. Puesto sobre papel para ser leído frente a pocos chicos que me conocían pero que conocen MUY bien lo que describo. Aquí va por algunos pedidos. Muchísimas gracias Colegio por ser siempre tan "bienvenidores". Han sido un placer enorme: los 6 años y el después, y aquella mañana.


    Pensé bastante en qué decir para este acto. Rogué a los dioses del stand up, de la oratoria, de la locuacidad, que me iluminaran. Pensé en improvisar, repasando algunos temas que considero importantes para decir sobre este Colegio: su gente, su enseñanza, sus cambios, su excelencia en tantas cosas, el honor de haber hecho mi secundaria acá y que me lo recuerden los apuntes que leo en la Facultad, el agradecimiento enorme que le debo.

     Pero decidí buscar algo más original, o quizás, menos observado. Algo que destacara el sentimiento que me choca, me impacta, apenas pongo un pie en el edificio. Sentí que podía ser el “siempre bienvenidos” que nos prometieron los profesores el día que nos despidieron, pero me di cuenta que la cuestión es aún previa al saludo efusivo de quien encontremos a la entrada, de algún preceptor, por ejemplo. Está todavía más cerca, debajo nuestro, casi inadvertido. Es la importancia de una simple figura, un concepto edilicio, un significante que podría ser solamente geométrico, pero que en fin, está cargado de significado, de momentos, de recuerdos, de palabras, de afecto.

     El octógono. Dicho así, hasta suena rígido, formal, censor. Pero en el inventario de emociones ocurridas en este lugar, siempre aparece. Aquí habré dado mi primera vuelta cargadísimo de nervios, cuando tenía que rendir el examen de ingreso –mi promoción fue la primera que atravesó ese sufrimiento necesario-, sin conocer a nadie o a muy pocos. Aquí se charla en invierno cuando todavía es de noche. Con mis compañeros nos contábamos las novedades de la tarde anterior o padecíamos el reto de los preceptores a la hora de formar cuando necesitábamos saber lo que había pasado el fin de semana.

    Aquí se han dicho muchas cosas. Se han hecho las confesiones más secretas, en un silencio de rincón con sol en algún recreo. Se ha insultado a mansalva pero en voz baja. Se ha caminado, mucho, muchísimo. Se han revelado misterios matemáticos; la cabeza de cientos de nosotros habrá hecho click cuando entendíamos por fin –o no- las ecuaciones químicas, o alguna cuestión de matemática. Aquí algún Héctor Peña Pollastri  nos habrá enseñado, porque además de buena gente y bocho, siempre fue un excelente docente. Aquí se contaron de principio a fin las novelas para el oral de inglés, de forma bilingüe. Se respondieron preguntas de geografía, se repasó historia. Se contaron una y otra vez de qué va el Mío Cid, y las peripecias de Don Juan.

      Por este octógono caminamos. Tanto que hasta decíamos que seguro dejábamos un surco. En el recorrido fuimos encontrándonos con otros, con amigos, con no tan amigos que después lo fueron, con chicos más chicos -que los más grandes escuchábamos para burlarnos-, y con chicos más grandes que podían hacer lo mismo, porque cuando se es adolescente se hacen esas cosas. Por aquí han caminado profesores perseguidos por nosotros antes de un examen, o para que reciban un trabajo práctico recién hecho. Acá nos han retado, aquí nos han hablado  mirándonos fijamente; por ahí, sentados bajo la sombra de alguna columna, algún preceptor nos ha escuchado cuando tuvimos algún problema.

      En este octógono fuimos felices. En este octógono también, hubo minutos de silencio que dolieron demasiado. En este octógono dejamos mucha historia.

    Pasillos, aulas, bancos, ventanas, patios, hay muchos, en todos lados. Cada cosa tendrá lo suyo, recuerdos inseparables del lugar donde ocurrieron. Pero el octógono lo tiene en cada uno de sus lados, en cada columna y donde haya dado el sol. Una vez hace algún tiempo discutimos el nombre de un periódico escolar, se propusieron varios y quedó “El octógono”. A mí me gustaba, algo tenía que me parecía el correcto. Pero era chico, y aunque rogara a los mismos dioses que mencioné al principio, no pude explicar bien por qué. Les agradezco a todos por un momento más para guardar: creo que por fin he contestado.

Muchas gracias.
                                                                                                                       A.V. Marzo de 2012


Ah, y FELIZ CUMPLEAÑOS!!! Por muchos más, salud!





viernes, 24 de febrero de 2012

Llaves en febrero

Sostenés mis llaves preguntándome por qué no pasé a buscarlas. Dudo, pero con confianza ebria te contesto que porque no quise. Omito que fue porque no quise verte ni oírte, ni tocarte para que fuera la última vez. Me contás que todos los días pasás por mi casa para ir a lo de tu abuela pero que no se te había ocurrido dejármelas. Después decís que tampoco querías verme. Tampoco.
Tu amiga, mi amiga, espera afuera. Nos habíamos encontrado en una especie de clase de colegio que nos hartó cuando dieron una actividad. Vos estabas en la primera fila.
Él, tu amigo, mi amigo, se levantó; vos lo viste, guardaste tus cosas y lo seguiste. Después se sumó ella, y los 3 me vieron al último -yo acababa de pensar que no me iba a quedar haciendo estupideces-, me saludaron y quedamos en ir a algún lado.
Ahora estás atándote  los cordones demostrando que seguís tan hermosa como siempre. Te incorporás y decís lo de las llaves, me mirás de reojo como cuando yo estoy ebrio y hablo, y vos idiota y escuchás para después hacerte la desentendida;  las hacés golpearse y sonar, victoriosa, teniéndolas del llavero. Entonces pienso que sí, seguís igual de pelotuda; que sí, yo sigo descomponiéndome con estas situaciones. Que tu amigo y tu amiga, y mi amigo y mi amiga te esperan y me esperan. Se me retuerce el sistema digestivo entero y tengo rabia.

Y que no habrá nos, ni nosotros, ni nuestro nada.

                              A.V.   feb 12

sábado, 7 de enero de 2012

Caridad mediatizada

El nene camina al lavadero a buscar una bolsa negra, como le dijo su mamá. Cuando pasa por la cocina siente sed, abre la heladera y saca una botella de agua helada, recuerda que la cargó afuera -porque el agua de ahí está filtrada y no sale con esas cosas blancas- justo después de que el auto buscara a su mamá para ir a trabajar. Bebe y le gustaría tener jugo para preparar de naranja, banana y frutilla pero nadie se acordó de comprar.
Encuentra una bolsa gris y calcula imaginariamente todo lo que podría caber ahí dentro. Vuelve al estudio de su papá; llevó todo allí porque es más grande, el piso tiene esos cerámicos distintos a los del resto de la casa, son resbalosos, tienen formas, las líneas son raras, le gustan. Tiene sed, aquello le da sed y de verdad querría tomar ese jugo, pero no hay tiempo.
A guardar, a guardar, canturrea en su cabeza y comienza a separar Hot wheels de camioncitos, playmobils de muñecos comunes, hace una pila de cartas de distintos mazos, junta cosas de plástico más o menos de acuerdo a su utilidad para los juegos, junta bolitas. Todo en bolsas más chicas, de supermercado, organizado. Separar y guardar, separar y guardar, hay nenes que lo necesitan más que vos. A la tarde se junta todo en la capilla. A la tarde, piensa, y no falta nada para que su mamá vuelva. Y vayan juntos, y se despidan. Algo de todo esto le recuerda a Toy Story 3 pero él sabe que no es tan grande como Andy, está seguro de que a él sí le gustaría quedarse con los juguetes, pero también se acuerda de que hay que ser solidario, hijo.
Busca cinta de papel para escribir lo que hay en cada bolsa, así va a ser más fácil repartir cuando se lleven todo. Ve una lapiciera pero no encuentra la cinta. Busca en el piso.
El cinto todavía está tirado debajo del escritorio. Su papá sigue sin volver. La ventana sigue entreabierta. Los vecinos siguen sordos.
Recuerda la escena de ayer en la televisión. Esto acá y esto allá. Hace presión con toda su fuerza y logra vencer la dureza del cuero. Y esto allá y esto acá. El nudo, acá, así y más así. Más. Funciona, el nudo funciona y la hebilla sigue manchada.
Manchada y el tercer agujerito. La pierna y el moretón. Y el tercer agujerito. La lámpara rota y sin querer. Todo sin querer. Bolsa grande. Bolsa chiquita de autos. Nudo. Cómo será. Lo vio en la tele, en noticieros, en el diario, el muñeco 3D y la Presidenta hablando sobre él emocionada. Ya es tarde y va a venir mamá.
Todo está tranquilo en el barrio, como siempre. Hace calor y quiere jugo, en un rato ella  va a volver y cuando pasen por el almacén le va a decir que compre unos sobrecitos para la vuelta. De ese y no de otro. Se ajusta bien. Rápido porque ya es hora.
El playmobil granjero lo mira. El nene sabe que lo mira. Lo mira desde el suelo, porque quedó sin ser guardado, no está en la bolsa con los demás. A guardar, a guardar. El granjero lo ve dar un paso y resbalarse, ve la ventana que termina de abrirse súbitamente. Podría escuchar el ruido seco de las bisagras que no cedieron. Y la caída. Y el golpe gris, tieso, rígido, lleno, como la bolsa. 


                                                                                              A.V 06/01/11


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