Empiezo por la frente, única lo sé. Pero espero encontrar algo que me recuerde la tuya, territorio fértil para dar besos en invierno y transitar por tu cicatriz de anécdota graciosa.
Sigo por los ojos, centrados y brillantes. Algunos más claros, otros más parecidos a los tuyos. Que hablen, que digan, que rían. Que pregunten, que no esperen respuesta, y que pregunten de nuevo.
Escucho, luego, la voz, clara, inteligente, soñadora. Cuando susurrás en mil idiomas, la nieve se derrite en Noruega, y una brisa helada corre juguetona por Egipto.
Busco tu boca con sabor a limón, tus labios perfectos y tu recuerdo intacto. Algunas se parecen, cada tanto sonríen.
Imagino tus palabras tartamudas, tus negociaciones sin ventas, la llave en la cerradura y la caminata hasta tu casa.
Termino en mis manos, soñando que aprietan las tuyas, en noche de viernes a la salida del taller. Tan lejos.
A.V 10/04/10
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