Pasó un año y
sin embargo ahí están
Sen
ta
dos
con los pies sobre
la
calle.
Con frío, porque el invierno quiso empezar anoche,
pero el hielo se fundió en la palabra,
y el alma helada se desagotó de pronto y
huyó corriendo
calle abajo
a no sé
dónde.
Fue, en aquel lugar y aquel tiempo, de noche
Y con el viento se volaron las culpas.
Y el semáforo no les importó.
Ni los que corren. Ni las calles, ni las rutas.
Sin embargo ahí están
sentados los dos
tan parecidos
con el mismo rostro a oscuras
porque no hay luna que atraviese a las nubes
porque no hay luz que los haga uno solo.
Sin embargo alguien los mira
(dicen que es el tiempo)
a los tres,
sí, ahora lo sabe: son tres.
Y se pierde, se desorienta,
y patea el camino, como a una tapita de coca,
chueco, encorvado, en diagonal,
como al principio
para
llegar
a no
sé
dónde.
A.V 17/04/11
La uruguaya - novela
Hace 8 años
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