Tocan cuecas, joropos y chacareras con ritmo y precisión armónica, pero sin letra que atraviese el silencio obligado del respeto. Estamos solos, rodeados de melodías enmudecidas y caras dibujadas, tu recuerdo y yo.
Cada tanto las voces se acoplan ruidosas y la nostalgia es perforada por ese tono agudo del susurro a mi lado. Y tu aliento grave, tu mirada profunda, tu nariz invisible y tu perfume tibio se detienen ante mi asiento y rozan mi oreja secreteando dudas.
Afuera es de noche, hay luna llena y nada importa. En la calle transitan enamorados los ciclistas desprevenidos. Más allá, en un boulevard, una pareja de viejos se da la mano bajo el único farol encendido. Sonríen con el chamamé que atraviesa la oscuridad e invade las veredas.
Esa tenue luz del mundo vacío me encierra con vos desesperada. Y no hay mensaje ni llamada que se atreva a acariciarte con verdades, o rasguñarte con palabras empalagosas que, al final, dicen menos. Tu respiración se tranquiliza, de a poco, dejándome solo con las guitarras sonando.
La maldita incertidumbre amenaza otra vez con soledades nocturnas. Cierro los ojos un momento y el micrófono recibe lentamente un soplo de poesía. Neruda flota sobre mares intranquilos. La escucho por vez primera y te suplico, sin quererlo mi orgullo y yo, a quedarte. Maybe that’s why, maybe I miss you.
A.V 02/05/10
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