Le ordenaste a Sara que lo corte en trozos no tan pequeños, a cuchillo, para la salsa.
Cuando estuvo listo, lo saboreaste con el deleite de la solución de un misterio.
En mitad de un sorbo de vino,
recordaste cuando ponías tu cabeza contra mi pecho.
recordaste cuando ponías tu cabeza contra mi pecho.
Y lo escuchabas.
Y te preguntabas qué sabor tendría.
A.V 14/01/11
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