Despertaron. Abrieron los ojos
sin pánico.
Anoche, las cerraduras
infectadas de miedo
descansaron
Y los libros, cada DNI y la Historia
borraron sin éxito
sus manchas de sangre,
de sudor, de pólvora.
Despertaron ese domingo.
Habían soñado con justicia,
con una hilera de firmantes de muerte
sentenciados.
Nunca más se oía desde arriba.
Al mediodía el voto se hizo voz.
Fue llanto y fue abrazo.
Pero al llegar la noche, se escuchaban
tanques en las calles. Llovía.
Ellos se hicieron multitud,
y las gotas impotencia.
Un punto final, somnoliento
empañó la madrugada,
y el día pasó
durmiendo, durmiendo.
A.V 22(30)/09/10