miércoles, 31 de diciembre de 2014

últimas horas de este año

Qué linda forma de amar las cosas que tenés. Pensando con la mirada, escuchando con los brazos y la piel. 
Qué mágica tu forma de decir y escribir los colores y los momentos. 
Hoy me desperté de repente y tras siete pasos cargué el peso de un futuro enclenque, porque así se fueron dando las cosas acá y lo que fue llevando una a otra cada palabra y dejar (de) decir y dejar (de) hacer. 
Entonces pensé que el futuro es una mierda, porque cuando niño el pasado se ve mejor y hoy, el presente se hace ver con sus fracasos. 
Así que fui al sol, al rayo del sol, y cavé las tumbas de esas rabias, y las amontoné primero en un lugar y después las hundí a golpes. 
Comí despacio. Bebí de un tirón llenándome la boca de sanaciones frescas.
Me deshice del niño. Odié a todos los niños y a los niños eternos. 
Volví al sol a verlos tendidos, hechos tierra.

Después hice silencio.

Y te leí. 

Y vi que alguien puede amar tanto que puede hacer cosas como esa carta, y desbordar amor y que caiga hecho palabras una detrás de otra armando paisajes, y juegos, y retratos, y películas y sonidos, 

una detrás de otra

tus palabras

tu calma

tu abrazo tan tibio como fresco, tan único, tan para mí

entonces pienso,

y siento,

que todavía no he aprendido nada.


Que fuiste niña. 


Y que falta mucho, pero nada es tanto, con amores así, Con vos, amor.

Con vos,

hasta no saber dónde, para qué.



A.V.
el último día del mejor año de mi vida,
con vos,
siempre.

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