Lo infinito vence al tiempo
en esa música que se arma
instrumento sobre instrumento
Y se desarman los universos de lo posible
Nuestras manos calentándose de la presión
Lo gigante frente a nosotros. La sorpresa.
El nene que juega a dirigir. Su padre que juega con él.
Paisajes nuevos que veo solo y siento la amargura del éxito a medias. Gris. Estar ahí, haber ido. El corazón asincopado lleno de lágrimas.
El pasto y la sorpresa cambiaron su esencia. Todo se transforma con rapidez. Las imágenes caen como cartas unas sobre otras en un metro cuadrado de cientos, de miles de lugares.
Las esquinas. Ay, las esquinas.
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