Ajam. Se. Así, como cuando bajás por la circunvalación nueva esa que viene de la Quebrada, que vas a 60. Venías en cuarta y decís ma' sí ya fue, apretás el embrague y soltás, que el motor vuele, que tu vida hasta llegar a la rotonda -porque ahí si no ponés un cambio fuiste- pase así, a 50 en bajada, ligera, sin tener que frenar por los pozos, por las lomas de burro, por los insoportables badenes de Vargas; sin tener que esperar semáforos, ni acelerar. No hace falta, y no querés pisar el acelerador porque no hace falta. Es así: no hace falta si vamos bien.
Ajam. Así, ¡grande Ford! y el que haya inventado la caja de cambios, el que haya encontrado la forma de crear semejante metáfora y grande Fito que la puso en La Despedida. Así y no hay mejor manera de explicarlo es como me sentí estas últimas semanas y hoy más que otro día. Bah, quizás ayer y antes de ayer me sentí igual pero queda más íntimo decir que así estoy hoy. (terminé de escribir todo el texto, lo estoy releyendo y esto último me parece lo más ridículo que voy escribiendo)
Estuve leyendo algunos blogs, de unas minas que se quejan de la vida, de los micros, del tiempo, de sus padres, de la facu, que aman, se pelean, que dicen que no aman, pero lloran. Y todo lo escriben. Y es al leerlas cuando me doy cuenta que sí, necesito un lacaneano YA, porque esas minitas
más locas que una cabra en la 9 de julio, me fascinan, por no decir que me vuelan la cabeza.
Mañana y ya fue. 4 meses de vacaciones se terminan en la hora en que entro a la materia que todavía no aprendo cuál es -ahí en la mochila está el horario, má ;-) -. En verdad se terminan antes porque sé que tengo que levantar de la cama a:
- mí,
- a la espera de 5 horas en una cola y
- a la intensidad de un recital abuso como al que estoy por ir.
Por eso no me quejo. Por eso no freno ni toco bocina, ni puteo a la nada, porque en la circunvalación venís solo casi siempre. Pero se terminan las vacaciones y hay que volver. Llegás a la rotonda de la terminal donde nadie sabe un pomo de normas de tránsito y el que viene a 4 cuadras se manada de lleno y el que va por la rotonda frena como si su justo ahora
auto-caballo quisiera pastar. Algo así es la vida después de las vacaciones.
La rotonda es lo primero, cuando tenés que decidirte, acostumbrarte a los horarios. Ahí llegás a la Perón y hay semáforos, y motos que te pasan por la derecha, una, otra, y otra, y cuando querés doblar y tenés el guiñe pasan otras dos. No quiero llegar al centro, no quiero imaginarme. Salvo que sea parar en la casa de Mercedes, tomar unos mates, o sea, julio y vacaciones de invierno- y volver al centro; otra rotonda, la de la Vieja Estación; y las avenidas.
Escribo estas cosas que algunos que se creen filósofos llaman reflexiones, yo digo, "pelotudeces con tildes y puntos y coma que no tienen ni siquiera belleza literaria" que son cosas ciertas que se le pasan a uno por la cabeza. ¿Ves? Ni está bien escrita la frase anterior. Digo, escribo estas cosas porque leí el blog de estas minitas y me dio envidia primero, y se lo dije a Guada, "los blogs de estas minas son mucho más copados que el mío" y después pensé que deben ser las más lindas de la clínica psiquiátrica.
Recién veía "diagonizado" y me hace acordar a una propaganda en el que un bebé de 3 años va a la guardería de traje. Algo así soy yo. Y no me enojo, no me enojo ni me río, ni me disgusto ni me da pena. Nah, porque acá, desde la ruta esta, se ven atrás, por el espejo, los cerros, y el sol está a punto de caer; al costado nada, un poco de la ciudad, y voy tranquilo, flotando. Para qué enojarse, para qué siquiera pensar.
Subí, te llevo, tranqui, en punto muerto, hasta el lunes.
A.V 02/04/10
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Foto de Florencia Ruiz |
Ah, me olvidaba. Si a alguien le importa, estoy escribiendo de a poco un cuento bastante largo que por ahora me supera. Bah, largo en la cabeza, recién va 2 páginas... Todo esto para decir que voy a volver a no hablar de mí. Es que estas chicas deben ser tan lindas, boló.