domingo, 15 de mayo de 2011

A Daniel Moyano

   
   Hago memoria y se construye un salón, el del Profesorado de Arte, en La Rioja, ahí donde está el piano que alguna vez fue el que ahora está en otro lado. Pero esa noche, aquel gran instrumento no importa, está oscuro y se confunde. Hay sillas negras, ubicadas en forma de L o semicírculo y quizás haya también una tela para proyectar imágenes. Está sentada una mujer a la que todos saludan. A su lado habrá un hombre joven, con una guitarra, que tocará con los ojos cerrados.
  Más tarde se escuchará con la voz de aquella mujer la historia  de un crimen en Chamical, ejecutado en pleno concierto de cuerdas. Y todos reirán. Yo también. Supongo que estoy sentado, balanceándome, porque calculo fue hace mucho, y aún no tocaba el suelo con los pies. Habrán imágenes en blanco y negro, y más saludos, pero es tarde y tengo sueño, al día siguiente habrá escuela.
  Pasará el tiempo y escucharé tu nombre, en labios de mi mamá y del abuelo. Lo escucharé mientras ellos sonríen y recuerdan. Claro, habrá melancolía cuando toquen ciertos temas, cuando describan tu mirada al volver. Y creceré con eso, con alguna anécdota sobre vos.
  Seguiré creciendo y el piano del Profesorado migrará cruzando el patio, como vos el charco, pero sin tristezas. Alcanzaré el suelo y la mujer no volverá otra vez o no lo sabré. Querré leerte, Daniel, pero no lo haré. No lo haré hasta en estas vacaciones 2011 al robarle a mi mamá "Un silencio de Corchea" y devorar en mitades tus cuentos, leer y repasar tu biografía, buscarte y encontrarte en la Feria del Libro.  
  Escucharé que leías a Kafka en alemán y que decías que había que aprender idiomas para poder leer a los autores en su lengua. Y me dirán que eras gracioso, que escribías cuentos en las conferencias, al lado del abuelo, y después preguntabas qué pasó.  Que mezclabas personajes, historias y armabas una nueva. Y me río ahora, como lo hacían con vos tus amigos.
  Y te escucho, por esas cosas que tienen Internet y los archivos. Una letra de tango, y vos sentado en el inodoro y escribiendo en tu máquina de escribir, en un video que hay en youtube. 
 Cómo hablan de vos, che. En cordobés y en español de allá lejos, en francés. Y qué orgullo. Qué intriga, qué ganas de sentarme a charlar con vos y abrazarte, amigo. Sí, porque aunque no lo sepas nunca, allá, en esa noche de lectura, y en cada mención de tu nombre, me fui haciendo tu amigo, sin tu permiso pero con tu simpatía, y seguiremos siéndolo, seguro, con los años y los tiempos, aunque no lo sepas nunca.


                                                 A.V     15/05/11

1 buenondones expresivos:

Anónimo dijo...

Que buena traducción del recuerdo al afecto de las palabras. Recuerdo muy bien esa noche porque participé en el armado de esas imagenes blanco y negro de las que hablás. Como te dice Carlos Mamonde, "no me le merme" compadre. Tiene gusto a poco, queremos más!!!!

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