La culpa me cae de a gotas
con cada paso yendo a la Facultad.
Ya se ha secado de antes la transpiración
febril de la noche.
Tus palabras saltaban contentas
y respondí sonriendo.
Tu emoción de cachorro que descubrió
el sol en el suelo
te llevó a contar de más.
Tu felicidad me pone triste
qué mal hombre, mal amigo.
Tu tarde compartida y sin mi
me da celos como cuando el cachorro
se da cuenta de que es sólo un insecto,
como cuando voy a dormir y pienso
que cada vez entiendo más a Kafka
y nos aborrezco: a la foto acusadora,
al poeta, al camionero y a mí.
No dejo de soñarte. De lejos, en silencio.
Voyeaur de alegrías ajenas, en la patética
escena de esperar eternamente.
Y lo peor amiga mía es que inventé esperanza
a ritmo con mi pulso acelerado al caminar.
Hoy hizo frío. Llegué más temprano. Fui rápido.
Con el enojo en la cara y la culpa en la sangre.
Te estoy fallando otra vez.
No lo dijeron tus palabras, pero sé cómo fue.
Tu felicidad me pone triste. Pero sólo cuando es por él.
A.V 12/03/10
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